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Cada vez es m¨¢s probable que los egresados de las escuelas y universidades estadounidenses tengan como director o subordinado a alguien de diferente origen ¨¦tnico, nacional o racial. Tambi¨¦n es probable que el trabajo de sus empleadores y las actividades de sus familias se vean en gran medida influidos por proveedores, clientes y otras personas de contextos culturales diferentes. Adem¨¢s, en muchas partes del mundo es probable que los vecinos, o los compa?eros de colegio de sus hijos, provengan de entornos con distintas costumbres y tradiciones. Por lo tanto, es de esperar que esta sociedad cada vez m¨¢s diversa y esta comunidad mundial cada vez m¨¢s interdependiente incidan directamente en la vida de los egresados de las escuelas y universidades.

Hay quien se refiere a esta ¨¦poca como el comienzo de un per¨ªodo en el que nos hemos convertido en ciudadanos ¡°mundiales¡±, es decir, en ciudadanos del mundo con obligaciones mutuas en beneficio de otros que se encuentran m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras nacionales. Otros afirman que la educaci¨®n para la ¡°ciudadan¨ªa mundial¡± es esencial para los j¨®venes que deseen adquirir las habilidades, los atributos y el conocimiento necesarios para tener ¨¦xito en las carreras que elijan. Hay tambi¨¦n quien se?ala que la ciudadan¨ªa mundial es la condici¨®n de ser cuando nuestra identidad trasciende las fronteras geogr¨¢ficas y nacionales, aun cuando las respetemos; que nuestras acciones sociales, pol¨ªticas, ambientales y econ¨®micas tienen lugar en un mundo interdependiente; y que nuestras responsabilidades o derechos se derivan o pueden derivarse de la pertenencia a una agrupaci¨®n humana m¨¢s amplia, en la que nos sentimos acogidos y como en casa con independencia del lugar en que nos encontremos.

?Pero en qu¨¦ consiste la ciudadan¨ªa mundial?

?Cu¨¢les son los valores universales que se requieren para definirla? ?Se trata de un destino concebible o de un sue?o improbable?

Sin duda, un valor es el de la dignidad de cada individuo. Como se suele decir, la dignidad no tiene nacionalidad, aunque la actuaci¨®n de los Gobiernos vaya en sentido contrario. La cooperaci¨®n es un valor universal, aun cuando el impulso de la competencia a veces parezca abrumador. Reconocer el valor de la educaci¨®n para la paz y la necesidad de la interdependencia mutua son otros objetivos universales, aunque la tradici¨®n local transmita una ¨¦tica diferente. Otros valores que pueden aceptarse como b¨¢sicos para la humanidad y, por lo tanto, para formar parte de la comunidad mundial ser¨ªan el conjunto de libertades formulado por el ex-Presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, que resumi¨® estos valores universales como la libertad de expresi¨®n, la libertad de culto, la libertad para vivir sin miseria y la libertad para vivir sin temor. Estos y otros valores son ingredientes esenciales de una educaci¨®n dise?ada para promover un mundo pac¨ªfico y libre de conflictos.

Si bien las leyes pueden diferir en cada sociedad (especialmente en el modo en que se recogen o no en la legislaci¨®n estas cuatro libertades) y las normas de moralidad (es decir, lo que se considera bueno y malo) pueden variar seg¨²n la cultura, la disciplina de la ¨¦tica es universal. La ¨¦tica es el prisma a trav¨¦s del cual examinamos las leyes y las normas morales y el modo en que se aplican al tratamiento de los dem¨¢s, y que busca la equidad frente a la parcialidad y la justicia frente al prejuicio. Una educaci¨®n para la ciudadan¨ªa mundial es aquella que libera a los individuos de las normas provinciales y trata a todas las personas como iguales ante el derecho natural. Por lo tanto, considero que los ciudadanos del mundo son aquellos que no permitir¨¢n que una afiliaci¨®n ¨¦tnica, nacional o religiosa limite su perspectiva sobre lo que es imparcial, correcto, apropiado o justo.

Si nos detenemos a reflexionar sobre nuestras funciones como personas ¨¦ticas, debemos preguntarnos: ?podemos permitirnos permanecer en silencio frente a la injusticia social y econ¨®mica? No. Creo que debemos emplear el ¡°ojo¡± ¨¦tico para observar y cuestionar los patrones sociales que ponen a prueba de manera total y parcial nuestro sentido de lo que es justo.?Para ello se requiere coraje, as¨ª como compasi¨®n, pero es nuestra obligaci¨®n como ciudadanos de este mundo identificar las fracturas de la sociedad y desarrollar estrategias apropiadas para luchar contra las injusticias dondequiera que tengan lugar.

El prisma de la ¨¦tica nos ayuda a identificar la verdad que permanece oculta por el racismo, la xenofobia o la misoginia, poniendo el foco sobre la paz, la ecuanimidad, la equidad y la justicia para todos, incluso para aquellos que se ajustan, o no se ajustan, a un perfil determinado. Nadie nos deber¨ªa resultar extra?o o ajeno si nuestra educaci¨®n como ciudadanos del mundo se ha completado con ¨¦xito. Formamos una sola especie, con independencia de la condici¨®n de nativo o refugiado, en la que cada miembro busca una unidad que conecte la cabeza y el coraz¨®n, sin importar la afiliaci¨®n pol¨ªtica, el compromiso religioso o la pertenencia a grupo ¨¦tnico o nacional. Somos solo uno en el aire que respiramos y en la tierra que cultivamos, y en nuestra comprensi¨®n de s¨ªmbolos como el de la paz, tal y como se aprecia en la fotograf¨ªa de arriba de una madre y sus hijos.

Hist¨®ricamente se han puesto en cuesti¨®n numerosos patrones sociales que contaban con el respaldo de Gobiernos e instituciones guardianas de la moral: recordemos por ejemplo la esclavitud y las leyes que negaban el derecho de voto de los ciudadanos negros y las mujeres en Occidente. Estas leyes se han modificado o directamente retirado y las normas morales se han actualizado gracias a los esfuerzos organizados de aquellos que defendieron que esos actos de discriminaci¨®n no eran ¨¦ticos ni justos. Los ¡°ojos¡± ¨¦ticos empleados por ciudadanos de a pie pusieron en cuesti¨®n la vieja ley, las viejas interpretaciones legales y la vieja moralidad y obligaron as¨ª a otros a considerar las dimensiones de la ecuanimidad, la equidad y la justicia, y a crear nuevas leyes que establecieron nuevas normas de lo que est¨¢ bien y est¨¢ mal.?Esta es la misi¨®n de la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos. Y esta es tambi¨¦n la base subyacente de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente los relacionados con la igualdad de g¨¦nero; la reducci¨®n de las desigualdades; la paz, la justicia y las instituciones s¨®lidas; y el agua limpia y el saneamiento. Estos y otros objetivos son criterios v¨¢lidos para evaluar la fortaleza de las sociedades.

Como ciudadanos del mundo, debemos buscar la verdad y la justicia a trav¨¦s de pruebas, no de emociones, aun cuando nos apasione la b¨²squeda de ambos aspectos. En todos los casos, debemos tomar el camino hacia la justicia dejando al margen los prejuicios y el miedo, incluso cuando pueda ir en contra de los valores familiares, las costumbres locales o la ret¨®rica pol¨ªtica que aboga por el nacionalismo en lugar del mundialismo. El ciudadano mundial sabe que puede tener ¡°raz¨®n¡± sin necesidad de que otro est¨¦ ¡°equivocado¡±.???

La importancia de la escolarizaci¨®n y la educaci¨®n

Los ideales de la ciudadan¨ªa mundial abarcan la noci¨®n de una cultura de paz y no violencia, y pueden fomentarse en el hogar y en la escuela estableciendo v¨ªnculos entre las noticias, la literatura y la m¨²sica popular y el debate de temas cotidianos e hist¨®ricos; transmitiendo un modo de expresi¨®n y pensamiento cr¨ªtico respetuosos; y haciendo hincapi¨¦ en la compasi¨®n y la cooperaci¨®n frente a las m¨²ltiples fuerzas que dan prioridad a la competencia.

Se pueden extraer extraordinarios ejemplos de la labor de las Naciones Unidas en la forma en que las naciones han encontrado un terreno com¨²n y cooperado para crear una infraestructura mundial de comunicaciones, sistemas de navegaci¨®n e informaci¨®n meteorol¨®gica que ayudan a hacer del mundo una comunidad m¨¢s segura y cercana. Sin embargo, con demasiada frecuencia estos logros se dan por descontados. Debemos ense?ar estos y otros ejemplos de colaboraci¨®n para alentar a los estudiantes a pensar globalmente y actuar localmente, de manera que puedan mejorar su aprendizaje estudiando la diferencia entre conocer la verdad a trav¨¦s de pruebas frente a conocer una ¡°verdad¡± a trav¨¦s de la revelaci¨®n divina o la emoci¨®n. Tales comparaciones pueden dar lugar a discusiones sobre el significado de la soberan¨ªa del estado y la importancia de una patria, as¨ª como sobre nuestros derechos y responsabilidades como individuos y nuestras obligaciones mutuas con aquellos que residen en otras regiones o lugares.

Adem¨¢s, podemos fomentar el estudio de los idiomas y la historia, y participar en actividades como la conferencia ¡°Muchos idiomas, un mundo¡± patrocinada por la Iniciativa Impacto Acad¨¦mico y la instituci¨®n ELS Educational Services. Tambi¨¦n podemos participar en las actividades del Comit¨¦ sobre la Ense?anza acerca de las Naciones Unidas, y aprender de ellas. Estas son solo algunas de las oportunidades que fomentan el debate sobre cuestiones mundiales en el hogar y el aula, aunque quedan otras muchas que pueden trabajarse como actividades extraescolares centradas en la colaboraci¨®n y la cooperaci¨®n tanto en el hogar como en otros lugares por medio de organizaciones comunitarias como Global Kids, Inc. en Nueva York y Washington D.C.

La misi¨®n de toda escuela y universidad debe ser fomentar los conocimientos, destrezas, habilidades y valores de los estudiantes que se requieren para comprender las diferentes culturas y para llegar a ser ciudadanos del mundo tolerantes y compasivos. Obviamente, esa misi¨®n est¨¢ en consonancia con la de la Carta de las Naciones Unidas en la que los pueblos muestran su resoluci¨®n: ¡°a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, [...] a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, [...] a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida, [...] y con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos,[...] para promover el progreso econ¨®mico y social de todos los pueblos¡±.

Por estas razones, valoro una educaci¨®n que ayude a los estudiantes a deshacerse de su visi¨®n limitada de la humanidad, incluida la propia, sin distinci¨®n de raza, origen ¨¦tnico, edad, condici¨®n social o lugar de nacimiento. Los componentes de una educaci¨®n de este tipo son los siguientes: 1) la historia; es decir, el estudio de los otros y lo que sucedi¨® con anterioridad, en nuestro pa¨ªs o en otro, en pol¨ªtica, en f¨ªsica o en otro ¨¢mbito; 2) la imaginaci¨®n; esto es, gozar de libertar para cuestionar el statu quo contemplando posibilidades alternativas, y la capacidad de ser conscientes de qu¨¦ significa ponerse en lugar del otro; y 3) la compasi¨®n; es decir, no solo sentir conmiseraci¨®n por el dolor de otro, o empat¨ªa por su sufrimiento, sino tambi¨¦n pasar a la acci¨®n en respuesta a su dif¨ªcil situaci¨®n.

Entiendo que hay l¨ªmites a lo que podemos ense?ar y lo que podemos pedir a nuestros estudiantes. Es por ello por lo que pongo de relieve que nuestra misi¨®n es mejorar la capacidad de nuestros estudiantes para aprender solos y en grupos. Podemos prometer que prepararemos a los estudiantes para que aprendan cualquier cosa, aunque no podemos prometer que les ense?aremos todo. Nuestro objetivo debe ser que los estudiantes entiendan al ¡°otro¡±, a cualquier ¡°otro¡±. En cuanto a la educaci¨®n se refiere, seg¨²n se?ala Michael Oakeshott, es la invitaci¨®n a dejar a un lado, por un tiempo, las urgencias del aqu¨ª y ahora, y escuchar la conversaci¨®n en la que los seres humanos siempre buscan comprenderse a s¨ª mismos.

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Finalmente, los educadores debemos asegurarnos de que nuestros estudiantes comprendan y aprecien el hecho de que ellos son el ¡°otro¡± para muchas personas de este mundo. Deben saber que necesitamos conocernos a nosotros mismos ¡ªla historia, la literatura y los h¨¦roes de la rica diversidad de personas que contribuyeron al desarrollo de nuestra civilizaci¨®n, nuestras instituciones y nuestros valores¡ª si queremos comprender nuestras similitudes y diferencias en comparaci¨®n a otros. Sin este conocimiento de los dem¨¢s y de nosotros mismos, nos quedaremos en la ignorancia: terreno propicio para la sospecha, el miedo y el prejuicio. Solo con este conocimiento la ciudadan¨ªa mundial se convertir¨¢ en un destino concebible y dejar¨¢ de ser un sue?o improbable.?