Para alguien que ha trabajado durante mucho tiempo en la teor¨ªa y la pr¨¢ctica del cambio de los sistemas jer¨¢rquicos a los sistemas equitativos, el 15 de junio de 1964 es una fecha que nunca podr¨¢ olvidar. De entre aquellos Estados que ocupaban los ¨²ltimos puestos dentro del sistema mundial, fragmentados entre s¨ª por estructuras coloniales e imperiales, marginados y explotados, 77 pa¨ªses se reunieron y formaron ¡ªaunque el t¨¦rmino no resulte demasiado revolucionario¡ª un grupo. En 1967, dicho grupo qued¨® confirmado mediante la Carta de Argel y utiliz¨® como plataforma la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Posteriormente, en 1974, se adoptaron medidas de seguimiento: el nuevo orden econ¨®mico internacional y la Carta de Derechos y Deberes Econ¨®micos de los Estados, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Hab¨ªa nacido un sindicato de Estados, o de sus gobiernos, que en la actualidad cuenta con la fortaleza de 133 Estados. Entre aquellos que no est¨¢n incluidos se cuentan casi todos los Estados miembros del Consejo de Europa (que incluye a la Uni¨®n Europea), la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®micos y la Comunidad de Estados Independientes. Una divisi¨®n norte-sur muy clara: las zonas templadas frente a los tr¨®picos.

No se limitaron a organizarse, sino que adem¨¢s fueron proactivos. Hab¨ªan hecho sus deberes, y no se hab¨ªan limitado a reaccionar ante el pa¨ªs que siempre asum¨ªa el papel protagonista cumpliendo un diligente cometido, el suyo propio, esto es, los Estados Unidos de Am¨¦rica, que por lo general actuaban en nombre del noroeste del mundo. El efecto de choque fue impresionante: ?c¨®mo se atrev¨ªan! El Grupo de los 77 y China habr¨ªan tenido, por ejemplo, un mayor potencial energ¨¦tico del que probablemente eran conscientes si hubieran sido capaces de actuar con mayor rapidez, haciendo uso del voto, de la Asamblea General y los organismos especializados, y sobre todo de su propia cooperaci¨®n Sur-Sur. Podr¨ªan haber cambiado el mundo.

?Qu¨¦ sali¨® mal? ?Qu¨¦ se podr¨ªa haber hecho y qu¨¦ se puede hacer a¨²n? M¨¢s adelante se profundizar¨¢ en esta cuesti¨®n, pero por el momento basta con insistir en la siguiente idea: el Grupo de los 77, sin ning¨²n programa econ¨®mico, supuso ya de por s¨ª un cambio fundamental en la d¨¦cada de 1960, tan solo por existir como hecho estructural que entretej¨ªa las bases del sistema mundial. Imaginemos la misma situaci¨®n en la Uni¨®n Europea en la actualidad: un G5 de los cinco pa¨ªses perif¨¦ricos¡ªGrecia, Espa?a, Irlanda, Italia y Portugal¡ªpodr¨ªa tener un efecto de choque en una Uni¨®n Europea liderada por Alemania (un objetivo perseguido por este pa¨ªs tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial).

Lo que sali¨® mal no fue la idea de un nuevo orden econ¨®mico internacional, sino el hecho de basarlo en relaciones de intercambio (en realidad, exist¨ªan otros factores aparte de ese, como la compensaci¨®n por el colonialismo, que vuelve a surgir en la actualidad). Habiendo trabajado en Santiago de Chile durante los a?os sesenta como profesor para la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, yo estaba familiarizado con la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe y con la labor pionera que para siempre quedar¨¢ asociada al nombre de Ra¨²l Prebisch sobre la cantidad cada vez mayor de materias primas o de recursos necesarios para comprar, por ejemplo, un tractor. Era preciso invertir esa tendencia de deterioro de las relaciones de intercambio. El argumento en contra consist¨ªa en dejar esa decisi¨®n en manos del mercado: el mercado sabe lo que hace. Sin embargo, hab¨ªa otro argumento en contra. Modificar las relaciones de intercambio supondr¨ªa unos mayores ingresos para los exportadores de recursos y unos bienes elaborados y servicios m¨¢s baratos. Las ¨¦lites de los pa¨ªses del Grupo de los 77 estar¨ªan en mejor situaci¨®n, pero no hab¨ªa nada en el nuevo orden econ¨®mico internacional que garantizase que las ganancias se transmitir¨ªan a los labradores del campo, a los productores de pl¨¢tano o caf¨¦ ni a los mineros. Las econom¨ªas del Grupo de los 77 y China se seguir¨ªan basando en la exportaci¨®n de recursos, renunciando a enormes externalidades ¡ªretos, est¨ªmulo para el desarrollo de la ciencia y la tecnolog¨ªa, niveles m¨¢s altos de salud y educaci¨®n de los trabajadores, mejor infraestructura y mayor equidad tanto dentro de los pa¨ªses como entre ellos¡ª y procesando recursos en lugar de limitarse a exigir unas relaciones de intercambio m¨¢s favorables.

Pero esa modificaci¨®n habr¨ªa supuesto un salto desde el centro intelectual del Grupo de los 77 y del nuevo orden econ¨®mico internacional en Chile hasta el Jap¨®n, y de Ra¨²l Prebisch a Kaname Akamatsu, el cerebro del milagro japon¨¦s, el "ganso l¨ªder" que se transforma r¨¢pidamente en los "gansos voladores" de la regi¨®n de Asia Oriental y Sudoriental. Jam¨¢s exportar recursos, sino importarlos, procesarlos en unos niveles cada vez m¨¢s altos, invertir el valor a?adido en ciencia y tecnolog¨ªa y en salud y educaci¨®n para que los trabajadores hagan algo m¨¢s que cavar un hoyo en la tierra, extraer cosas y enviarlas al extranjero, a esos Molochs del procesamiento de recursos. Aprender de los ¨¦xitos, transformar la sociedad por completo, invertir el orden; ir m¨¢s all¨¢ de las teor¨ªas liberales de la Escuela de M¨¢nchester y de Bismarck.

Hablando de todo esto en detalle con Prebisch poco antes de que falleciera en 1986, dos cosas quedaron patentes: que este argentino brillante, expulsado de su pa¨ªs, se centraba m¨¢s en Am¨¦rica del Sur y del Norte y menos en lo que suced¨ªa uno o dos continentes m¨¢s all¨¢; pero que estaba completamente abierto a otra perspectiva.

Las dos perspectivas no se excluyen entre s¨ª, al igual que un genio de la econom¨ªa no hace sombra a otro (un cumplido indirecto a ambos: ning¨²n miembro de sus escuelas ha obtenido el mal denominado ¡°Premio Nobel¡± de Econom¨ªa). Los beneficios obtenidos de unos mejores precios por los recursos se podr¨ªan invertir de las maneras anteriormente indicadas, y todo el sur y el este, y no solo los pa¨ªses BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sud¨¢frica), podr¨ªan haberse transformado en los a?os sesenta y setenta igual que el Jap¨®n y los ¡°dragones¡±. Tal como evolucionaron las cosas, el noroeste podr¨ªa disfrutar de su control jer¨¢rquico sobre la econom¨ªa mundial otros cincuenta a?os.

China hab¨ªa estado expuesta a la f¨®rmula de Akamatsu como parte del ef¨ªmero imperio japon¨¦s y hab¨ªa puesto en pr¨¢ctica esa doctrina al pie de la letra sin reconocer, al parecer, su origen (que definitivamente no es marxista-comunista; Marx y Mao tampoco previeron este enfoque). Sin embargo, en la d¨¦cada de 1930, Akamatsu hab¨ªa trabajado para el imperio japon¨¦s, es decir, para el enemigo, y no solo para otra econom¨ªa.

Independientemente de cu¨¢les fueran los factores que obstaculizaron un enfoque m¨¢s amplio del nuevo orden econ¨®mico internacional que sirviese no solo a los dirigentes sindicales y a las ¨¦lites, sino tambi¨¦n a los trabajadores ordinarios, y que se beneficiase plenamente de las externalidades positivas (siendo la contaminaci¨®n un ejemplo de externalidad negativa), el Grupo de los 77, que en la actualidad cuenta con 133 miembros, a¨²n podr¨ªa adoptar ambas perspectivas. Es m¨¢s, existe una enorme necesidad de adoptar una teor¨ªa y una pr¨¢ctica adecuadas de la equidad econ¨®mica. ?C¨®mo podemos cooperar econ¨®micamente para lograr un beneficio mutuo y equitativo? ?C¨®mo puede el Grupo de los 77 (con sus 133 miembros) trabajar a la vez en pro de su propia mejora y de una relaci¨®n estable y razonable con sus antiguos patrones, el noroeste en general y los Estados Unidos de Am¨¦rica en particular?

El Grupo de los 77 ha cumplido 50 a?os y ha alcanzado, no el momento de la jubilaci¨®n, sino el de la experiencia y la sabidur¨ªa para transformar la econom¨ªa mundial en favor de los pa¨ªses y poblaciones pobres. ?Adelante!